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RELATO Nº34 --DE TU ALMA A LA ETERNIDAD--

RELATO Nº33 --EL DÍA DEL QUINCUAGÉSIMO MILENIO--




Hola a todos. Sigo con mi propósito de entreteneros durante la cuarentena. La idea de este relato se me ocurrió mientras trababa de conciliar el sueño estos días. Me propuse contar una historia diferente, contada desde un prisma fuera de lo común. Ha sido un reto desarrollarlo y a la vez  muy divertido. Hay algún "huevo de pascua" esccondido por ahí... ¡Premio para el que los encuentre! Sin más espero que disfruten de su lectura tanto como yo he disfrutado escribiéndola. Gracias por leerme.






El día del quincuagésimo milenio




—¿Qué haces aquí Bahan?
—¿Eeh..? Hola…
—¿Estás bien?
—Sí, sí, lo siento, es que estoy alucinando con las vistas que hay aquí.
—¿Pero qué dices?
—Es que nunca había estado aquí.
—¿Estás de broma Bahan? Si este es la cubierta donde hay mejores vistas de toda la nave.
—Pues yo no lo sabía. Siempre estoy por el sector 117-B, apenas me muevo de allí.
—Es normal, a los ingenieros siempre los tienen cerca de sus sectores para las posibles emergencias. Espera, ¿cómo te las has arreglado para venir tan lejos? ¿Has hecho algo que no debías Bahan?
—¡No Alhena! No seas infantil, Sé que soy joven, pero también muy responsable. A todas estas, ¿qué hace la mejor cartógrafa de toda la Takarabune en el sector 601-C?
—Tengo el día libre y quería despejarme.
—¿¡A los cartógrafos les dan días libres!?
—¡Claro! —sonríe con sorpresa—. Al menos dos veces cada trescientos ciclos. Si no, nos volveríamos locos. ¿Tú no libras nunca?
—No
—Entonces sí que has faltado al código ético. Mentiroso.
—Bueno, yo…me perdí.
—¿Cómo que te perdiste? Eso es imposible. ¿Cómo vas a saltar de tu sector hasta aquí por error? No digas bobadas Bahan, nadie recorre cinco kilómetros de la Takarabune equivocándose de camino. Y menos saltándose el turno de trabajo. ¿Te das cuenta que hay tareas de mantenimiento que vas a dejar sin hacer? ¿Y si hay una fuga? ¿Y si las familias de tu sector tienen cortes de energía por tu idiotez?
—No seas exagerada. Mañana haré turno doble. No quería perderme la apertura de las mamparas de esta noche. Nunca he visto las estrellas salvo por lo aprendido en la academia. Soy un puñetero ratón metido en un interminable laberinto de tuberías. Lo único que veo cada día son circuitos y cables.
—Ya… bueno, te entiendo.
—Por cierto Alhena, ahora que estamos solos ¿Han progresado algo respecto a nuestra ubicación? ¿Se han podido rescatar datos de la consola de navegación.
—Eso es alto secreto.
—¿Cómo va a ser alto secreto? Esto era un viaje de setecientos años, setecientos. Y esta noche se celebra el quincuagésimo milenio de nuestra travesía. Es obvio que desde que nos alcanzó la supernova todo se fue al traste. Eso se estudia en todos los manuales de historia. Así que no te hagas la interesante.
—No aguantas una broma —el semblante de la cartógrafa se tornó sombrío—. No ha habido progresos. Lo siento. Seguimos a la deriva. La última posición conocida fue en la marca cero, hace cincuenta mil años, maniobra gravitatoria alrededor de  próxima Centauri. Después, en algún momento entre eso y el relevo del hipersueño de la tripulación tres, la Takarabune se desvió de su rumbo original. No sabemos si atravesamos un agujero de gusano, pero nada de lo que aparece en nuestros escáneres se parece a lo que tenemos en los escasos archivos que quedan.
—En los manuales de astronomía de la tierra decían que el universo “visible” era de unos noventa millones de años luz. ¿Es que estamos fuera de ese rango?
—Es una opción Bahan, ¿Me puedo sentar?
—Sí perdóname, soy un idiota sin modales. —Sentencia sonrojado.
—¿Por qué has venido hasta aquí?
—Ya te lo dije, me perdí y ya que estaba por este sector, no quería perderme estas vistas. Estamos pasando cerca de una nebulosa y en los manuales se ven espectaculares. Quería saber si era cierto con mis propios ojos.
—¿A riesgo de una sanción?
—A riesgo de una sanción.
—¡Qué estúpido eres!
—¿Por qué me insultas?
—No te enfades, anda. No lo decía en serio. Pero seguro que estás aquí por alguna razón más, a mí no me engañas. Sabes de sobra que desde los Hololens personales se puede observar la celebración y la apertura de los mamparos.
—¡Qué pesada eres Alhena!
—Pues dime la razón…espera…¿Qué tienes ahí escondido?
—¡Nada! ¡No es nada!
—¡Qué pasada! Es un…¿Qué es esto?
—Es un reloj de bolsillo. En la tierra era común regalar este tipo de artilugios. Este en concreto es una réplica del primero que se diseñó.  Está hecho de titanio y oro.
—¿Y qué se supone que hace este artilugio?
—Era para tener una medida del tiempo, es bastante rudimentaria y disparatada. Un sistema hexadecimal que después se convertía en una fracción de veinticuatro partes.
—¿Cómo?
—De locos, ¿verdad? He estudiado su funcionamiento y revisado los  archivos que tenemos de la tierra. Este aparato cuenta sesenta unidades muy pequeñas, es esta agujita de aquí, ¿la ves?
—Sí
—Pues cuando da una vuelta completa, esta de aquí se mueve un poco. Cada cinco giros  pequeños, es una marca de estas y cuando esta da la vuelta, se mueva esta última más pequeña y ancha. Según los archivos, esto era “una hora” y los días en la tierra constaban de veinticuatro. Al parecer, para la humanidad terrestre, era muy importante eso, todo el mundo tenía uno.
—¡Anda ya! Me estas vacilando.
—Es en serio. Supongo que cuando sabes donde estás, el tiempo es lo que importa realmente. Aquí, como tradición seguimos contando “años”.
—Ya hombre, pero aquí tenemos un sistema de ciclos decimales muy prácticos.  No entiendo cómo la humanidad llegó a convertirse en una civilización de tipo dos con  trastos tan absurdos como ese,  por muy bonito que sea.
—¿Te gusta?
—¿Puedo?
—Sí, toma.
—El tallado es exquisito, ¿es oro esto?
—Sí, los detalles son en oro rosa. Y mira, tiene una inscripción en el interior, “02-07-2005”.
—¿Qué  crees que significará eso?
—¿Unas coordenadas? Tu eres la cartógrafa. Deberías saberlo.
—Somos investigadores, analizamos datos, intentamos obtener una posición para regresar al rumbo original, no somos adivinos Bahan.
—Ya…¿Crees que algún día volveremos a la tierra?
—Yo me conformaría con saber dónde estamos…
—Igual con el tiempo que llevamos a la deriva, ya la tierra no exista. Volver sería algo ilógico.
—Ilógico…ahora que lo pienso, ¿de dónde has sacado eso?
—Mi familia... era de la tripulación tres.
—Vaya… y, ¿cómo llegó a tus manos?
—Pues, Hans Bethe de la tres y Dietmar Bethe de la cuatro eran hermanos. Mi legado asciende hasta Dietmar. Lo único que quedó de Hans fue este reloj. Como sabes, tan sólo se encontraron sus trajes vacíos. Pero en el de Hans Bethe, estaba este reloj.
—Sí que es excepcional. Debe ser muy valioso para ti.
—¡Mira Alhena! Ya se ve la nebulosa.
—Es…
—…la cosa más hermosa que he visto en mi vida —dice Bahan entre dientes mientras observa hechizado a Alhena.
—¿Qué?
—¡Nada! —Las mejillas del joven ingeniero se encienden como dos soles—. Sólo miraba la nebulosa.
—Sí, pese a que venga aquí con frecuencia, no deja de maravillarme.
—No me extraña. Si yo pudiera, también vendría aquí después de cada turno.
—Este es mi observatorio favorito. Sin duda tiene las mejores vistas…Bahan…¿Por qué estás aquí?
—Quería verte… —responde de manera inconsciente—.  ¡Ya te dije que me perdí! —rectifica con brusquedad— ¡Eres una entrometida! ¡Déjame!
—Como quieras… —Se hace el silencio.
—Quería celebrar este día contigo Alhena… solos tú y yo.
—¿De verdad?
—Yo tenía que esperarte aquí y  después,  bueno, el reloj…
—¿Que pasa con el reloj?
—El reloj… el reloj es un regalo.
—Pero…mira que eres tonto. ¿Esto, entonces es una cita? —Bahan en ese  momento parecía petrificado— ¿Bahan?
—Mmmmm bueno… si tu quieres. —coge sus manos con suavidad y le entrega el reloj. Te quiero Alhena, desde el día que te vi.
—Sólo… Bésame.



















Comentarios

  1. Curiosa historia. Me gustó mucho lo del tiempo y el analisis del reloj. ¡y cómo se hacen de rogar los personajes! Ya sabíamos que bahan tenía algo entre manos!! Gracias por entretenernos en estos aciagos días de cuarentena!!

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  2. Al menos termina bien un diálogo simple pero bonito. Me gusta mucho

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