MÁS POPULAR DEL BLOG

RELATO Nº34 --DE TU ALMA A LA ETERNIDAD--

RELATO Nº7 --DOS ESMERALDAS "PARTE 2”: CHICAGO 21:00--

Buenas a tod@s. Hoy me despido hasta enero del año próximo. Quiero tener tiempo para preparar el contenido del blog y el rumbo que tomará. Me gustaría seguir ofreciendo, a mi parecer, buenas historias. Breves relatos que despierten emociones y que te hagan distraerte unos minutos.

Teniendo en cuenta la buena acogida del anterior relato "Dos Esmeraldas", he elaborado para esta semana  una pequeña continuación. Así la despedida no será tan amarga. Espero que disfruten con su lectura tanto como yo disfruto escribiéndolas.




        Chicago 21:00




Le tengo miedo al reloj, las  veintiuna  cero cero. Hora limite. Mi Packard me lleva todo lo rápido que se puede ir por Chicago en hora punta.  Intento atajar por Remington street hacia el norte, sin suerte. He de darme prisa, o ese malnacido de Frank Costello acabará con ella. Hijo de perra italiano, intenta vengarse de mí por mandarlo a chirona. Incluso desde Alcatraz es peligroso.

Ha sido listo, y yo me he comportado como un estúpido novato, que se piensa que la cárcel es un lugar mágico donde los criminales desaparecen y no regresan jamás.

Giro por la Avenida Kesington, le pido a mi coche un poco más de brío, me responde con un potente rugido de su motor. Ocho cilindros y noventa y cinco  pura sangres encerrados bajo el capó. El sonido del Packard acelerando hace que me ponga frenético y cada vez más, desespera este maldito tráfico.

Sabía que ella me iba a costar cara. Sabía que podían encontrarla. Pero no pude evitarlo. Después de dos divorcios me quedo con la rubia más exuberante de todo Chicago. Como si eso fuera a salir bien. Ella no debería juntarse con gente como yo. Sólo soy un malnacido más de esta pocilga del medio oeste.

El problema es que después de lo de Susan, ella no quiso ir a ningún otro sitio. Con su pasado, el asesinato de  su hermana, su parecido y su vínculo conmigo sería cuestión de tiempo que la gente de Costello la confundiera y quisieran terminar el trabajo.

Encima al muy sádico le gusta jugar con la gente.  Justo antes de terminar mi jornada, alguien mete un sobre debajo de la puerta de mi despacho. No llegué a verlo. Era un sobre sin marcas, sellos, ni remitente. Cerré los ojos implorando a Jesucristo que no fuera nada relacionado con Sara. Había una foto suya, con una mancha de sangre y una hora escrita en uno de los bordes,  “21:00”.  La ira me invade. Rompo en mil pedazos el sobre y la foto. Cojo mis cosas y miro el gran reloj de pared antes de salir. Tengo veinte minutos antes de que mi mundo se venga abajo otra vez.

Por fin llego a Bulevard Avenue, piso a fondo y pongo al límite el motor. Giro por Sheffield y tres manzanas más adelante paro. La casa de Sara no esta lejos, a dos manzanas. Pero no iba a hacer una entrada a lo Dick Tracy. Eso sólo pasa en las películas. Me escurro por los callejones adyacentes al edificio. Subo por las escaleras de incendio hasta su piso en la segunda planta. Clementine va ahora delante, cualquier hijo de perra lacayo de Frank lo va a pagar caro.

Llego al apartamento 2B, a las mierdas de apartamentos siempre les ponen letras, aparte de desgraciados, esos arquitectos pensarán que no sabemos contar más de los dedos de una mano. Entro con mi llave, con sigilo. Esta todo perfectamente colocado en su sitio, no hay ni una mota de polvo fuera de lugar. No me lo esperaba. Ya tenia en la cabeza la imagen de esas dos esmeraldas clavadas en mi memoria, esos ojos me perseguirán hasta que acabe en el infierno.

Faltan aún once minutos, estoy desolado. Vine aquí directo porque Sara siempre me espera a la hora de la cena y me encuentro con esto. Caigo de rodillas, preso de la desesperación preguntándome si habría alguna pista más en el sobre que destrocé antes de salir como un basilisco y de repente siento un fuerte golpe en la cabeza, todo se vuelve gris y confuso. Dos sombras diabólicas es lo último que veo. Son los heraldos de satanás que viene por mi alma. Pagaré la  penitencia por mis pecados, por todas las almas que envié al infierno y juré acompañar, por todas la veces que maldije, por no salvar a Susan Clark, por no salvar ahora a Sara.

Una cascada de agua fría me despierta, no estaba muerto. Había caído en la trampa.
La fuerte jaqueca no me deja pensar con claridad, sólo veo una cegadora luz frente a mí, me encontraba atado a una tubería que sobresalía del techo y por el olor,  atrapado en algún a sótano maloliente y lleno de moho, de esos sótanos dónde uno suele salir con los pies por delante.

Al poco tiempo, entran dos matones, con pinta de pocos amigos. Sin mediar palabra empiezan usarme como saco de boxeo, un golpe tras otro, hasta que acaban jadeando y me dejan.

—Creía que los hombres de Costello me matarían, no pensé que me traerían a un salón de masajes. Hasta mi abuela daría ostias más grandes. Qué bajo ha caído el viejo Frank. ¿Este es todo el poder que tiene ahora?, ¿tan mal le está sentando alcatraz, que sólo se puede permitir a dos aficionados de mierda? Decidle de mi parte…

Vuelven a llover los golpes, pero siguen callados, no dicen nada. Esta vez me reía en sus puñeteras caras de espaguetis y eso les cabrea más. Esto es a ver quién aguanta más.

Uno de ellos se retira a una pequeña mesita agotado, coge una botella y empieza a beber mientras jadea de forma costosa. Es mi oportunidad. Me han traído aquí pensando que soy presa fácil y no me han registrado, es cierto que Clementine no está conmigo, eso lo solucionaré más tarde, pero en la manga derecha siempre guardo una pequeña navaja. Hoy van a aprender lo que Jack Somers hace con los matones bastardos hijos de perra espaguetis como ellos.

Aprovecho el momento que el último que estaba golpeándome se cansa y me da la espalda, con un movimiento corto las cuerdas, de un tajo y casi sin ruido le rajo el cuello al primero. Antes de que pueda reaccionar el otro, le doy un directo en toda la nariz, lo tiro al suelo, empiezo a golpearle en la cara de manera enfermiza. Había olvidado lo placentero que era hundir mis nudillos en la cara de estos desgraciados.

Con sus ropas me limpio la sangre de la cara y las manos, resulta que lo que estaba bebiendo  el pobre infeliz era Jack Daniel’s, tenía buen gusto después de todo. Tomo un gran trago y para templar los nervios, otro. Vi mi viejo revolver en uno de los cajones de la mesita, malditos aficionados. Antes de salir di un último trago y le robo unos pitillos a mis nuevos “amigos”. Doy una gran calada al pitillo antes de salir.

Abro la puerta. Ya no me andaré con delicadezas, ahora sólo recurriré Clementine. El 45 habla mejor que yo en estos casos. Hay una largo pasillo oscuro y húmedo. Avanzo con decisión unos buenos metros y se abre una puerta casi al fondo, disparo dos veces y fallo las dos. Una puerta mas se abre tras  de mí y salen dos matones. Al primero lo dejo seco con un disparo, pero al segundo no me da tiempo y me propina una patada en la mano del revolver que me desarma. Tras una intensa lucha oigo un grito, es Sara. Me giro y veo a un sucio italiano agarrándola con fuerza y con un gran cuchillo de carnicero al cuello:

—Se acabó polizonte, el señor Costello la quiere para él, dice que disfrutará viéndote sufrir mientras la despedaza viva. Quiere que sufras como esta sufriendo él por enviarlo a la trena. ¡Sí! Le sacará las entrañas y no podrás hacer nada,— ríe jactándose— ¿me oyes? La próxima vez que quieras hacerte el héroe salvando conejitas por la calle, miras a otro lado. Esta ciudad pertenece al señor Costello y hoy te va a quedar claro. —me mira desafiante mientras me señala con el gran cuchillo.

Veo mi revolver unos pocos metros frente a mí, salto con rapidez y de un movimiento lo agarro y disparo alcanzando a mi objetivo en la pierna. Me doy la vuelta y disparo casi a boca jarro al que tenía detrás de mí. Me levanto como una exhalación y corro los metros que faltan para llegar al matón herido. Lo desarmo y empiezo a disfrutar golpeándole la cara. Descargo toda mi ira y mi ansiedad con él hasta que el tabique le llega a la garganta.

Me levanto y quiero abrazarla, ella llora desesperada,  deseo acariciarle el cabello y decirle que todo esta bien, pero no puedo, me tiembla todo el cuerpo, me siento como un neurocirujano con parkingson intentando extirpar un tumor con una llave inglesa, en un tren a toda máquina.

Lo pagarás caro “Franky”.

Comentarios

  1. Me apena leer que te vas hasta enero, pero seguro que la espera valdrá la pena y nos traerás historias tan buenas como la de hoy. Si me sorprendiste con la de dos esmeraldas, chicago no se queda atrás. Espero seguir disfrutando con las historias de estos protas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario. No se apuren, tan sólo es un mes, y un mes que pasa rápido. Enero llegará con varias sorpresa y más adelante,¿quién sabe? Más aventuras de Jack Somers

      Eliminar
  2. Muy entretenida, ahora esperar asta enero, no me puedes hacer esto.Bueno espero q la espera valga la pena.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Intentaré no hacerte más faenas en lo que queda de año, prometido. Muchas gracias por tu comentario.

      Eliminar
  3. Respuestas
    1. No se imaginan las ansias que tengo yo de mostrarles todo lo que viene próximamente. Espero estar a la altura. Muchas gracias por tu vuestro apoyo.

      Eliminar
  4. Madre mía, cómo te superas. Pa lante, cada vez me gustan más tus relatos. Hasta la próxima.

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario