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Buenas a todos, les traigo la continuación de esta serie de relatos basado en un futuro distópico y apocalíptico. Les aseguro que no ha sido nada fácil, pero sí muy gratificante continuar el periplo de estas jóvenes supervivientes. Como vengo haciendo desde hace unas semanas les voy a dejar el enlace a la primera parte por si alguno anda despistado. Sin más, como siempre, espero que disfruten de su lectura tanto como yo escribiéndolas. Gracias por leerme.


                       *PRIMERA PARTE AQUI




DERIVA SOLAR:

AÑO 1

PARTE II




La salida hacia la vivienda estaba bien iluminada. No había peligro por los alrededores, ni señales de los hombres de Tristán y los potentes focos que se encontraban alumbrando el camino de regreso hacia el escondite de los saqueadores, mantenían a raya a los oscuros. Arizona les hizo una señal para que la siguieran, se adelantó con rapidez y bajo unas chapas de metal, comenzó a destapar una especie de carretilla.

—Aquí puede ir ella. Si empujamos entre las tres, nos moveremos más rápido.
—¿De dónde has sacado esto? —Pregunta Claire en tono inquisitivo.
—La suelo usar para llevar todo lo que recojo por ahí.
—Querrás decir de todo lo que robas a gente como nosotras, ¿no?
—Yo no soy como ellos
—¿Ah no?
—No
—¿Y qué mierdas haces con ellos? ¿Eh? ¿De picnic, puta niñata asesina?
—Joder Clare, afloja un poco… la mocosa nos está ayudando.
—Que responda, no voy a cometer el mismo error dos veces.
—Sobrevivo.
—Ya, claro. Da igual cómo quieras justificarlo, eres su rastreadora, piensas que estás al margen, que eres inocente, ¿no? Sólo les conduces a los refugios y te llevas tu parte. Llámalo como quieras, móntate la película como más te guste, pero eras tan jodidamente asesina como esos hijos de puta.
—¡Tú no sabes nada de mí! ¡No sabes nada! ¡Nada! Debería haber dejado que Tristán y toda su puta banda de degenerados se las follara hasta que morir a manos de las sombras te pareciera un jodido regalo, putas desagradecidas. ¡Me largo! ¡Que te jodan!
—¡No espera! —Grita Pepper tumbada desde la carreta—. Por favor…  No le hagas caso a Claire, estamos todas muy nerviosas. No nos dejes aquí, te lo ruego. Te prometo que no habrá más desconfianza por nuestra parte. ¿Te parece? Prometo compensarte de algún modo por ayudarnos.

Arizona miró a su alrededor, contempló el camino de regreso al campamento de los saqueadores, observó la oscuridad que hay más allá de los focos, donde ya se distinguían unos leves siseos de los oscuros. Por momentos se sintió abatida, le sobrevino un oscuro pesar y por su cabeza cruzó la idea de rendirse. Inclinó su cuerpo ligeramente hacia las sombras, pensó que, lo mejor era acabar con el amargo sufrimiento de sobrevivir. En ese instante, parecía una idea amable. La mano de Lucy se posó sobre su hombro, la miró y le regaló una pequeña sonrisa, una leve mueca que mezclaba compasión, empatía e imploraba perdón. Sobre todo, perdón. Aunque no sabían nada de Arizona, ni sabían a dónde las conducía, tanto Pepper como Lucy, habían abierto su corazón a aquella joven.

No hubo más palabras, todas se pusieron en cada extremo de la carretilla, con la joven de cabellos de fuego al frente y portando cada una, una linterna, se pusieron en marcha. Caminaron durante casi dos horas en medio de la espesa nieve, entre una ciudad de la que sólo se veían ya los tejados de los edificios más altos, algunas ramas de árboles muertos y los rastros de la presencia de los oscuros. Los pocos que sobrevivieron a la deriva solar, como Pepper y sus amigas, debían cavar un túnel a través de metros de nieve y hielo para encontrar los restos de lo que fue la ciudad. Inventaban toda clase de marcas y señas para que, entre las frecuentes ventiscas y las copiosas nevadas, hallar dichos túneles.

—¿Cómo han sobrevivido hasta ahora?
—¿Ahora quieres hablar? —Lucy mira extrañada a la  joven.
—Sí
—No ha sido fácil pequeña, supongo que para nadie es fácil sobrevivir.
—No es eso, por aquí sobrevives sólo o en grupos muy grandes. Tristán domina esta zona porque tiene el grupo más grande. Ni los oscuros se acercan a su territorio. Sois tres, eso es muy raro.
—Éramos cuatro. A Freya la perdimos hace unos meses, se la llevaron los oscuros. —Las palabras de Claire salieron como  dagas de su boca.
—Lo… siento, no pretendía…
—No te preocupes mocosa…
—¿Freya? —interrumpe con algo más que curiosidad.
—A ella le gustaba mucho la mitología nórdica, era su nick entre la gente del MIT y siempre la llamábamos así. Su verdadero nombre era…
—¡Déjalo ya joder, Lu!
—No seas borde Claire. Ella… ella  era la mejor de nosotras. Nos sacó del desierto, nos enseñó a sobrevivir, a recolectar; gracias a ella estamos hoy aquí.
—¿Estabais en el desierto? Pero si el Death Valley esta a cientos de kilómetros. ¿Cómo…?
—Nosotras cuatro trabajábamos en el MIT, todas pertenecemos al programa P.E.G.A.S.O para observación y detección de objetos en el sistema solar. Teníamos el fin de semana libre y decidimos ir al desierto a ver en primera fila el gran acontecimiento del siglo. El cometa Anubis, el más grande y el más cerca que iba a pasar cerca de la tierra, lo descubrimos nosotras, gracias a P.E.G.A.S.O y como Freya era una obsesa de las deidades antiguas, le quiso poner el nombre del dios de la muerte egipcio.
—Puta agorera… si lo llego a saber le doy de ostias hasta quitarle esa estúpida idea de la cabeza.
—¿Cómo ibas a saberlo lista? Quién iba a saber lo que pasaría. Además, no sabemos si está relacionado o no con el cometa. No hemos podido recopilar los datos necesarios. Las pocas veces que conseguimos cargar el portátil de Pepper no conseguimos procesar ni el 1% de los datos.
—¿Qué datos?
—La noche de la deriva, todas nos fuimos a acostar cerca de las cuatro de la mañana. Horas más tarde el frío y la nieve nos despertó. Al principio pensamos que era un hecho aislado, algún tipo de anomalía climática quizás, pero al pasar los días y sobre todo al ver a esas malditas sombras por primera vez… supimos que algo más allá de nuestra comprensión había sucedido. Aguantamos todo lo que pudimos para recabar datos, pero después de una semana sin ver la luz del sol y sin comida ni agua, tuvimos que movernos.
—¿Y ahí fue… cuando… cuando tu amiga…?
—No nos has contado nada de ti. ¿Cómo acabaste con el capullo ese? —Claire que no soportó nunca la pérdida de su querida amiga, decidió que ya había recordado suficiente aquel dolor.
—Él me encontró a mí. Yo estaba sola, a mis padres se lo llevaron las sombras hace mucho. Yo me buscaba la vida recolectando entre basura y cavando para llegar a las calles. Eso le gustó a él. Me prometió comida y seguridad si le ayudaba a…
—¿Qué pasa mocosa?
—Creo que hemos llegado.

Arizona, al comienzo de la tercera hora, vislumbró una cabeza de gárgola de piedra junto a un tejado apenas visible de pizarra verde. Lucy, alarmada porque Pepper hacía sólo unos minutos que se había desmayado, las espoleó como si fueran yeguas tirando de una cuadriga en pleno coliseo.  Al llegar a la entrada, todas cargaron el cuerpo de Pepper y se organizaron para abrir la entrada al escondite y ocultar de nuevo la carretilla. El túnel de acceso, era ancho, se podía transitar con comodidad pese a tener una pendiente muy pronunciada. Disponía de algún farol de aceite colgado de las paredes convertidas en hielo y su trazado era tan recto como una autopista, cosa que a la siempre desconfiada de Claire le extrañó demasiado. Buscó la mirada su amiga  que no tardó en comprender lo que quiso decir, cambió el peso de su amiga de brazo, buscó la empuñadura de su machete y se aferró a él con fuerza. Lucy, que no quería parecer una paranoica como Claire ni pecar de blanda como la malograda Pepper, con mucha mano izquierda y en un tono muy suave pidió a la joven muchacha que se adelantara a abrirles la puerta.  Arizona abrió y desapareció tras ella, las llamó a pasar con una voz quebrada, rota , ya sea por el cansancio o por otro motivo que pronto iban a descubrir. Lucy iba en primer lugar, en seguida reconoció una gran sala polvorienta, poco iluminada y el mobiliario de una iglesia. Al adentrarse más allá del quicio, Arizona se encontraba a unos metros de la puerta, a un lado, quieta, sin el más mínimo signo de que aquella niña de quince años fuera la misma que las trajo  hasta aquí. 

Una voz ronca, rasgada, las alcanzó desde el otro lado y a todas se les heló el corazón. La voz oculta aún entre las sombras de la gran sala, soltaba alguna risotada mientras silbaba acercándose a ellas.

—Pero si son mis tres amigas que creía perdidas… alabado sea el Señor que provee al necesitado.

Tras los recovecos de la sala, van apareciendo Tristán y más de una treintena de hombres, armado con machetes, bates, tubos…todos con la mirada fija en el suculento botín.

—¡Hija de puta! ¡Nos has traído a su escondite!
—¡Oh! ¡No! No, no ,no…¡No! —hace una pausa dramática— No culpéis a mi querida Arizona. —Se acerca a la niña y agarra con desdén su mentón—. Ella no tiene la culpa de ser una estúpida. ¿De verdad creías que este escondite tuyo era secreto? —Tristán ríe de satisfacción y la suelta—. No me jodas, pensaba que eras más lista. Después de todo, no has aprendido nada mi querida Arizona. Venga, no me mires así, te he dejado este sitio sólo para ti todo este tiempo. ¿Sabes por qué? Porque creí que algún día me lo compensarías. Y no me equivocaba pequeña, no me equivocaba. Me has traído a estos tres coños jovencitos con los que voy a disfrutar en la casa del Señor, su humilde morada. Consumaré el bondadoso acto de fornicación ante sus ojos y él con su inmensa misericordia las acogerá en su seno, puesto que su sacrificio no será en vano. 

Te felicito por ello pequeña, no sólo por tu excepcional ofrenda, también porque me has proporcionado un lugar apropiado para disfrutarlas, en un lugar de paz. Claro después de mí están los muchachos, ellos también tienen derecho a su parte por…

—¡Y una mierda!

La voz de Pepper se sobrepuso a la de Tristan como si realmente encarnara a la diosa nórdica de la que toma su nombre. Al mismo tiempo que gritó, abrió fuego con una ametralladora. El ruido en la sala era ensordecedor. Lucy y Clare se tiran al suelo,  sacaron sus pistolas y abrieron fuego, sin un blanco determinado, dispararon a todo lo que les pareció hostil. Tras los disparos, sólo quedó humo y silencio. Esperaron unos minutos prudenciales, Lucy se incorporó y se interesó por sus amigas, comprobó que estaban bien y fue derecha a inspeccionar el resto de la estancia. Todo el suelo estaba lleno de astillas y cadáveres. Iba de un lado para otro como un perro rastreador revisando cuerpo por cuerpo hasta que, bajo unos tablones agujereados y dos cadáveres, vio un mechón pelirrojo. Llamó a Claire para que la ayudara con los cuerpos, al tiempo que rezaba porque la niña siguiera viva. Cuando llearon hasta Arizona, esta se encontraba boca abajo. Al darle la vuelta, su rostro estaba desfigurado por el impacto de, al menos, dos balazos. Lucy abrazó el cuerpo inerte de la niña, de sus mejillas resbalaba una única lágrima, por aquel entonces, la muerte era una visitante tan común, que apenas lamentaban ya su visita.

Se levantó para regresar junto a Pepper, mientras Claire revisaba aún los otros dos cuerpos en busca de Tristán, cuando de repente, un disparo sonó como un cañón. El cuerpo de Lucy cayó al suelo inerte con la cabeza separada de su cuerpo. Claire vio como el cuerpo de su amiga decapitado caía lentamente, como si el tiempo se hubiera detenido frente a sus ojos. Su mirada se perdió en el infinito y se quedó inmóvil, consternada como si la muerta fuera ella. Pepper gritó. Gritó con una rabia tal, que hasta las paredes de la iglesia se estremecieron. Empuñó su fusil y abrió fuego como una maníaca, repartiendo  muerte por toda la estancia, en todas direcciones hasta que oyó un sonido como el de un saco lleno de mercancías caer desde lo alto.  Con mucha dificultad se levantó y llamó, entre lágrimas de dolor, a Claire. Tras unos intentos en los que su amiga no dio señales de vida, cogió su fusil a modo de muleta y comenzó a buscar. No tardó en ver a sus dos amigas juntas, una sin cabeza, la otra con dos tiros en el corazón.

Pepper no podía procesar que la muerte  de sus amigas había sido por su culpa. Por su excesiva confianza, por su maldita fe en la humanidad, por su asquerosa compasión. Si se hubieran ceñido por sus propias reglas, habrían matado  a esa maldita niña en el garaje y sus amigas ahora, estarían vivas. Comprobó su arma que, al ver que estaba descargada, la arrojó al suelo. Buscó entre las ropas de Claire y le cogió su Beretta. Sin mirar atrás salió de la estancia como pudo. Justo al salir, un ligero resplandor, desde los cielos, cruzó su mirada. Pepper levantó la cabeza y sus ojos se abrieron tanto que casi se le escaparon de las órbitas, no sólo la ventisca había cesado, sino que las nubes se abrieron por momentos y las estrellas asomaron entre las sombras. Vio como una luz más brillante que una estrella, que la percibía del tamaño de una pelota de baloncesto, iluminaba sutilmente el fimamento. La astrofísica que habitaba en Pepper surgió de los recuerdos y sin darse cuenta se encontró analizando en su cabeza todo cuanto veía. De pronto un pensamiento cruzó como un rayo, algo no encajaba en lo que estaba viendo, ninguna de las estrellas que veía, en el pedacito de cielo que asomaba entre las nubes, encajaba con nada de lo que ella había visto en su vida. No reconocía ninguna constelación, ni veía ningún otro planeta surcando el firmamento, como Júpiter o Saturno. Ni la típica estela blanquecina de la vía láctea era visible. Pepper se estremeció, porque lo que estaba observando en aquel momento, tenía un significado aterrador. Sólo vio dos opciones posibles, o ellas se han transportado de alguna manera a otra tierra en otro universo por alguna disparatada razón, o bien, alguien o algo había cogido su planeta y lo había colocado a la deriva en algún otro punto del vasto universo.

Pepper cayó de rodillas en la nieve aterrada y maravillada a partes iguales ante la idea que revoloteaba por su cabeza. Miró la Beretta que aún tenía en la mano con cierto recelo, antes estaba segura que reunirse con sus amigas era lo único que le quedaba. Ahora, su sed de conocimiento la apartaba de esa final.










Comentarios

  1. Interesante escenario el que planteas. Me encantaría seguir leyendo relatos de esta serie.

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  2. Woooowwww!! Qué segunda parte más emocionante! He estado bastante en tensión y curiosidad por saber qué sucedía. Aunque un final bastante amargo sigues planteandonos bastantes enigmas. Qué ha pasado realmente? El planeta se ha movido? Lo han hecho las estrellas? Espero que haya tercera parte!

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