MÁS POPULAR DEL BLOG

RELATO Nº34 --DE TU ALMA A LA ETERNIDAD--

RELATO Nº28 --LA FRONTERA ENTRE ESFERAS II--



Hola a todos, Les traigo otro desenlace que había dejado en el tintero. He estado un tiempo sin publicar, pero aquí, como les prometí el desenlace de las aventuras de la hechicera Medea. Como vengo haciendo estas últimas veces, les dejaré un enlace a la anterior entrega. Sin más, espero que disfruten de su lectura tanto como yo disfruto escribiéndola.


La primera parte del relato AQUI





 LA FRONTERA ENTRE ESFERAS



Más de cincuenta lunas estuvo buscando entre los vestigios de una ciudad en ruinas, donde sus almas fantasmagóricas pululan agonizantes por sus muros derruidos. Hace ya varios siglos que Heracleon consumido por su propio poder destruyó la ciudad al enterarse que dio cobijo a Aegea.

Medea, pasó gran parte de ese tiempo en las ruinas de una biblioteca, donde aún quedaba un estante en pié en un polvoriento sótano. Halló una pasaje de un texto que hablaba de un ángel guardián en un pequeño lago a las afueras de la ciudad. Abandonó las ruinas con un atisbo de esperanza en el corazón. Sus escasas ropas raídas, con tonos grises y granate poco le protegían del frío. Las aguas que antes proveían  a la prolífica ciudad, ahora por la magia del brujo, convertido en un mar hostil, tragándose el bosque y surcado por flotas de corsarios a su servicio. Pero no son piratas comunes y corrientes, son muchos de los antiguos habitantes, convertidos en seres deformes ,consumidos por la ira y la desesperación, esclavizados por su magia oscura.

Tan sólo puso un pie en la orilla del mar y una grotesca tormenta se desató. Vientos huracanados, nubes tan oscuras como el alma del brujo cubren los cielos. Medea alza las manos intentado crear un escudo frente al poder desatado. Más de diez navíos de corsarios divisan su figura en la orilla y van al encuentro de la joven hechicera que al ver lo dramática de la situación, recurre al poder de los dioses:

—Zeus, padre de todos los hombres, Atenea madre de todas las guerras, Eos rey de los vientos. ¡Yo os conmino! Que los vientos retrocedan, y las amenazas se evaporen, Zeus te suplico tu poder, Atenea acaba con mis enemigos. ¡Ahora!

Al pronunciar el conjuro, Medea se percata que el viento arrastra una voz oscura, cruel. Es el mismo brujo el que proyecta su voz a través del viento:

—Ja ja ja…  ¿Crees que puedes vencer al gran Heracleon con una magia tan débil? Pronto te darás cuenta de lo osado de tus actos cuando acompañes a mis dos invitados en el palacio de cristal…

Una risa gutural invade los cielos y se arrastra hacia el interior de la tormenta hasta desaparecer. Cuando Medea repara otra vez en el embravecido mar, los barcos corsarios abren fuego. Una cortina de humo se forma en la linde de la tormenta provocada por más de cien cañones.

—¡Dioses! ¡Acudid en mi ayuda! ¡Os lo suplico!

Los cielos rugieron y la tierra tembló. Una luz cegadora recorrió el firmamento y millares de rayos surgieron, buscándose unos a otros hasta reunirse en un solo punto. Un estruendo ensordecedor clama en el ojo de la tormenta y un gigantesco haz de luz cae hasta el mar. Medea es abatida por el poder que ha desatado y cae a unas decenas de metros de la orilla. La tormenta se ha disipado y de las flotas de corsarios solo quedan astillas y jirones de tela. De repente, las aguas se abren y el ente oscuro de ojos carmesí, asoma desde un portal mágico; “es el ángel oscuro, cancerbero del submundo. Es ahora o nunca”, se dijo Medea con absoluta determinación. Pero ella ha leído las leyendas y los textos antiguos y sabe que no hace falta luchar, que el sigilo es el mejor aliado:
 

Que las miradas,
antes deseadas
se deslicen en mi cuerpo.
No permitan que me toquen,
vuelen cual cuervo,
hacia los ojos donde broten.


La mala fortuna se ceba con la joven, el hechizo no ha resultado. Debido al esfuerzo realizado antes, no le quedaba suficiente poder como para eludir al ser oscuro y este, la encuentra desprotegida aún en la orilla. Medea queda atrapada en un halo lumínico que la deja inconsciente y rígida como una estaca. Es conducida hasta el palacio de cristal donde Heracleon, tiene ya preparada otra celda para consumir la energía mágica de la hechicera:

—¡Ja ja ja ja ja!… Contigo el circulo se cerrará. Tú, la última de las hechiceras serás quien me otorgue el poder absoluto para dominar el mundo. ¡Qué digo el mundo! Ascenderé como nuevo dios supremo, el mismísimo Zeus tendrá que hincar la rodilla ante mí. ¡Ja ja ja ja ja! En cuanto me apodere del Olimpo, la humanidad deberá jurar lealtad a su nuevo dios… o … perecerá…¡Ja ja ja ja ja ja!

Medea despierta antes de ser encadenada a la celda. Recita un pequeño pero muy eficaz conjuro de protección para evitar las cadenas del brujo. Por un instante, Heracleon al ver que sus cadenas mágicas no se enrollan al cuerpo de Medea, queda confundido. Medea se abalanza contra el brujo con un daga de cuarzo oscuro en la mano, pero en cuanto impacta contra Heracleon, queda hecha añicos:

—Niña ingenua, ¿crees que a lo largo de estos siglos me he limitado a ver pasar el tiempo? He aprendido a protegerme de imprevistos como este gracias a tu predecesora, Aegea. Tu patético hechizo de protección terminó de agotar tus escasas fuerzas y ahora… cumplirás con tu destino.
—¡Eso jamás! ¡Moriré antes de servirte!
—Ya me estás sirviendo, desde que naciste. Si has llegado hasta aquí ha sido gracias a mis designios. He esperado tu nacimiento desde hace siglos. Fui yo el que te dio un hogar donde vivir y envié a mis sirvientes para que aprendieras el camino de la hechicería. Yo he sido el que te ha dado las pistas hasta llegar aquí. Caiste en mi  trampa en el lago agotando todo tu poder y así someterte con facilidad. No te resistas más o no tendré más remedio que eliminarte. Soy un brujo paciente, extraeré tu semilla mágica y en unas pocas centurias o antes volverás a nacer…
—¡Mentira! Mis padres no eran unos siervos de un asqueroso villano como tu…
—¡Ja ja ja ja ja! Pobre infeliz… —el semblante del brujo se torna más oscuro que nunca y mira a su fiel sirviente de oscuridad—. Encadénala y asegúrate de cortarle la lengua.

Heracleon, después de más de dos mil años, ha saciado sus ansias de obtener un  poder absoluto . Obtuvo, al fin, la magia de la sangre de la hechicería. Doblegó a los dioses en el Olimpo y se proclamó Dios entre todos los dioses. A todos ellos, los encerró en la gruta del olvido, en el corazón del mismo mundo, donde jamás ningún mortal los encontraría. Heracleon, proclamado ahora única deidad sobre la tierra, llegó con diferentes nombres a todas las tierras, poblando los corazones humanos de avaricia, ira, soberbia, lujuria… causando todos los males que hoy día azotan a la humanidad.

Comentarios

  1. ¡Al fin! Esta era una de las historias que más intrigada me dejó. Por fin tenemos el desenlace. ¡Qué impotencia! Nada de lo que hace cumple su propósito. En esta ocasión ganó el villano. Pero creo que ahí radica el encanto. Los malos también ganan de vez en cuando. ¡Sigue sorprendiendonos!

    ResponderEliminar
  2. Como sabes no me gustan los finales en que el malo se sale con la suya, pero en este caso no podía terminar de otra manera. Me gustó el fin de la historia.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario